Desde niño, el arte fue el refugio de este creador nicaragüense afincado en Bilbao. Pintaba, soñaba y buscaba un lugar donde mostrar su obra. Pero las puertas no siempre se abrían. Esa experiencia marcó el origen de Gallery Tattoo, un estudio que no solo tatúa cuerpos, sino que también da espacio a artistas emergentes para exponer su talento. “Siempre soñé con un lugar así -nos confiesa Jorge-, donde el arte y las personas pudieran crecer juntas”.

Este estudio es un espacio híbrido, donde la línea entre galería y piel se diluye, y donde cada trazo lleva consigo una intención ética. No es casualidad. El artista, también licenciado en enfermería, ha trasladado su compromiso con la salud al mundo del tatuaje: “Utilizo exclusivamente tintas orgánicas. No tiene sentido embellecer el cuerpo con algo que pueda dañarlo”.

En su obra pictórica hay fuerza, belleza y denuncia. Como el cuadro que ilustra la portada de este número: un chico transexual, desnudo, poderoso y vulnerable. “Quería contar su historia, su existencia. Mostrar que no son tan distintos a nosotros. Tienen derechos. Y merecen ser vistos”.

Provocar no es una estrategia, sino una consecuencia de contar verdades. Como con su polémico “Cristo tatuado” de gran formato. “No era una burla. Es un símbolo que todos reconocemos, y necesitaba un canal que no pasara desapercibido. Habla de nuestras limitaciones, pero también de nuestra capacidad para cambiar”.

La experiencia bilbaína ha sido un viaje de búsqueda, apoyo parcial y muchas ganas de conectar: “Siento que aún tengo que descubrir más de la escena local. Pero estoy abierto a colaborar, a aprender, a seguir creando”.

Y Gallery Tattoo sigue creciendo. Cada mes, un nuevo artista toma sus paredes. Este mes, una pintora vizcaína. “Mi consejo para los jóvenes creadores: constancia, paciencia y pasos firmes. Nadie regala nada, pero todo llega”.

Porque a veces, los sueños se tatúan. O se cuelgan en una pared.