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Tatuajes gay

Algo deben de tener esas manchas en la piel para que nos pongan tan burracos cuando las vemos en el cuerpo del otro, incluso para que nos den placer cuando las vemos en el nuestro propio. Son ese complemento perfecto que unido al vello bien puesto, a un sudor bien sudado y un “acto” bien actuado, resultan un plus para ese tiazo que te metes en la cama, miras en el vestuario o persigues a lo largo y ancho de un bar. Tanto es así que el grabado de la piel ha ido ganando adeptos de forma exponencial en los últimos años. Pero hay un hecho que llama la atención y es que por ejemplo en Estados Unidos, un 15 % de la población tiene algún tatuaje en su piel y en el caso de la comunidad gay se duplica esta cifra llegando al 31 % de la población LGBT. En fin, un derroche de tinta que hace de algunos cuerpos una auténtica obra de arte para nuestro uso y disfrute.

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Si hace no demasiados años los tatuajes en el mundo occidental eran únicamente patrimonio de presidiarios y marineros, algo que si nos ponemos a pensar nos puede llegar a poner más que cardiacos, hoy en día se han popularizado de tal manera que se ha creado una auténtica industria alrededor del tatuaje y más si tenemos en cuenta que nosotros somos los principales causantes de que el negocio de la tinta florezca día a día. Una parte importante de la comunidad gay ha integrado el tatuaje como parte de su estética, de hecho en muchos casos existe un sentido identitario, activista e incluso lingüístico en torno a los tattoos.

Muchas civilizaciones han utilizado el tatuaje como símbolo de distinción, estatus, condición o rango. Polinesia ha sido uno de los pueblos donde ha existido mayor tradición al tatuaje y de hecho el origen etimológico de la palabra tatuaje viene de “tátau” perteneciente al idioma samoano. La tradición y uso del tatuaje se extendió desde Polinesia a gran parte del mundo a través de los marinos y a pesar de que hasta los años 90 los tatuajes eran vistos como un elemento marginal, a partir de aquellos años cambió la manera de ver esas manchas en la piel, a pesar de que alguna de nuestras madres se hayan quedado en esa época y se tiren de los pelos cada vez que les anunciemos que nuestra dermis va a tener un nuevo ser.

En esa época y con el avance de los derechos de los gays como telón de fondo, la comunidad encontró un modo de seguir reivindicando su sexualidad y de hacerla visible. Parte de la comunidad LGBT comenzó a tatuarse símbolos de género, triángulos rosas o la bandera del arco iris. En su momento fue visto como un acto de coraje y solidaridad LGBT por lo que estos tatuajes eran vistos con admiración, convirtiéndose incluso en una especie de proceso liberador. A día de hoy el tatuaje es para una parte de la comunidad gay una forma de expresar nuestra singularidad, nuestra individualidad, además resulta una manera de liberar algunas conductas represivas. Es para muchos ese pequeño y discreto reducto de admitir lo que son, sobretodo en los casos en los que el trabajo o el entorno tradicional impiden que la sexualidad se viva con libertad, no es raro encontrarse con símbolos gays en zonas discretas del cuerpo.

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Pero al margen de reivindicaciones de tinta, para esto de los tatuajes también existen modas, parece que dentro de la comunidad gay, el tatuaje en el antebrazo ha quedado demodé, siendo los lugares del cuerpo más utilizados el lateral del torso, el cuello, la espalda completa o una pierna completa, en esto como en todo parece que la publicidad ha tenido mucho que ver. Y parece que ninguno queremos quedarnos al margen de la moda de los tatoos, da lo mismo que seas Bears, Sports, Twinks, Twunks, Art Fags, Daddies, Leathers, Drag-queens… todos nos hemos rendido a la moda de las marcas en el cuerpo aunque sí es verdad que cada grupo tiene algunas preferencias por un tipo o estilo de tatuaje, dependiendo del sentido activista, identitario, o como simple elemento decorativo que buscan en él. Lejos han quedado los símbolos de género como el triángulo rosa o el arco iris, aunque dentro de los pequeños tatuajes y con símbolo activista es común el símbolo “igual” en reclamación del matrimonio igualitario para todos los países.

Desde hace 10 años el tatuaje masculino gay más popular ha sido el estilo tribal, sobre todo en chulazos cachas tratando de ofrecer un mayor grado de masculinidad. Sin embargo hoy existe una importante influencia asiática donde nos ha dado por convertir nuestro cuerpo en una carta de restaurante chino con la colorida flora y fauna del continente asiático y su cultura como hilo argumental donde no faltan los dragones, peces koi, geishas,…Las garras de oso en la comunidad Bear o el brazalete en bíceps con banda gruesa negra en la comunidad Leather siguen siendo también un clásico. Incluso algunos afectados por el VIH han utilizado el tatuaje como un código secreto de identificación y de este modo evitar explicaciones a la hora de conocer nuevas parejas. Para ello se tatúan el símbolo del riesgo biológico o un escorpión. Pero sin lugar a dudas uno de los tatuajes más recientes dentro de la comunidad LGBT es el logo de la película Transformers que han adoptado algunas personas transgénero.

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Normalmente esto de lo tatuajes se hace con una doble intención o incluso triple, por un lado el de gustar al de enfrente, por otro gustarnos a nosotros mismos y además decorar nuestra piel con eso que nos gustaría ver en la piel del otro, a veces caemos en el prejuicio de pensar que tener tatuajes nos hace de alguna manera más duros y masculinos, y por tanto más atractivos para el resto. Incluso algunos establecen una estrecha relación entre la rudeza y el tatuaje, y llevada al terreno sexual, nos lleva al aspecto fetichista del tatuaje. En resumidas cuentas no hay nada más erótico que algo que te agarre por detrás con unos brazos bien tatuados y musculados o que seas tú el que enganches una espalda trabajada y bien pintada de negro.

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