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Homofobia en Primera Persona (por Nagore Gore)

La homofobia tiene muchas caras y formas y todas hacen daño. El/la de la verdad absoluta, que impone y discrimina se une siempre al que calla y da así con su cabeza baja permiso a las razones y argumentos homófobos.

Si encima toda esta homofobia, descarnada o latente se da en el núcleo de nuestras familias el dolor y el daño se multiplica por mil, como fue y sigue siendo mi caso.

Cuando un@ es niñ@ no tiene capacidad ni defensa posible ante la figura homófoba que nos niega nuestra esencia, y causa en muchos aspectos de nuestra vida, limitaciones y dolores que de adult@s nos cuesta sanar. Si sumas a esto ser un niñ@ “visible” con pluma, a un@ sólo le queda vestirse de inocencia y confiar en la buena suerte de tener alguien en la familia o tu entorno que te quiera a pesar de que en el fondo es@ niñ@ que somos piense y crea por imposiciones sociales, que no se lo merece.

Hay niñ@s que nunca tuvieron esa protección, afortunadamente no fue mi caso aunque, evidentemente, las secuelas y heridas eran grandes y llenas de pus, una pus convertida en odio hacía mi mismo. Cuantas veces en soledad, deseaba que todo acabara, perderme por el monte y no volver a casa nunca más, o peor aún. Es tremendo como la homofobia familiar hizo que un niño de 12 años como yo se planteara tirarse de algún puente. L@s niñ@s a esa edad tienen que estar pensando en otras cosas, no en la muerte. L@s nin@s a esa edad tienen que estar sintiendo otras cosas y no el odio tan inmenso que yo sentía hacía mi mismo.

Siempre soñaba entre lágrimas, ser el hijo ideal para mi padre, y a medida que fui creciendo empecé a usar mi primera arma de defensa, no hacer ruido, ser formal, callado, no salir de casa, prefería ser un chico tímido a mostrarme en realidad como era, un niño con mucha imaginación y sueños. Aquella esencia se encontraba de bruces con la intolerancia y con el desprecio cuando asomaba la patita, así que aprendí que lo mejor era esconder todas esas cosas que de adult@ liberé, en el armario profundo de mi corazón. Al ir creciendo, supe instintivamente que esconderme más tiempo (para siempre), hubiera supuesto una vida de engaños y frustración, quizás aprobado por los “machos” de mi familia, pero nadando en el fango de la soledad y de la tristeza.

Así que decidí lo que la mayoría de nosotr@s ante esa situación de homofobia familiar, salir corriendo en la medida de lo posible, huir de lo que me hacía daño, de las actitudes de odio hacía mi vida, activas y pasivas que son las dos igual de dañinas a la larga. Hay gente de mi “Familia” que no entiende mi lejanía y nunca lo hará, pero esa lejanía ha sido la que me ha salvado la vida así que bienvenida.

En el día internacional contra la homofobia lanzo un grito de amor a tod@s es@s niñ@s que fueron y siguen siendo víctimas de tanto odio. El entorno social, profesorado, psicólog@s o asistent@s sociales no podéis seguir mirando más hacía otro lado, mientras se siguen sesgando y destrozando las vidas de niñ@s y jóven@s inocentes que podrían aportar muchísimo en una sociedad más justa e igualitaria en pro de una homofobia impuesta y destructora de derechos y libertades.

HOMOFOBIARIK EZ!!!

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