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Larri, la experiencia LGBT

A sus 79 años cuida y veNde sus plantas en un local cercano a su bar ‘high’, primer local de ambiente que se abrió en bilbao, pero aún así asegura que ya no pasa nunca por sus locales, y es que tiene varios en bilbao. muchos años de lucha por el colectivo lgbt, tanta reivindicación e incontables esfuerzos para sacar adelante un local de ambiente desde la época de la transición han llevado a larri a preferir convivir con sus plantas, pese a la increíble juventud de espíritu que transmite cuando te cuenta sus experiencias de aquellos años.

BLUE.- ¿En qué año abriste el ‘High’?

Larri.- El High se abrió en enero del 77.

B.- ¿Era el primer bar de ambiente que abrías?

L.- No. El primero fue en Torremolinos en el año 62, ‘La Sirena’, primer bar gay de la Costa del Sol. En la historia de La Otxoa aparece mi bar de Torremolinos porque según ella comenzó allí. Aquello en España fue una bomba. Era otra época. Casi todos los años nos lo precintaba El Régimen y nos hacía la vida imposible en todo lo que podían. Tenía que tenerlo a nombre de una francesa que le pagaba al día 200 pesetas, y como nos daban los permisos de música cada seis meses ella se pintaba como una mona para ir a renovarlo y cuando llegábamos se ponía a besar desde el gris que estaba en la puerta hasta el más jefazo, y así el beso de la francesa nos abría todas las puertas.

B.- ¿Cómo fue abrir un bar de ambiente en Bilbao en la época de la transición?

L.- Aquí todavía no había alcaldes democráticos. Yo venía de Nueva York donde había vivido toda la revolución sexual, la época del Stonewall y aquí la gente estaba muy reprimida mentalmente, y yo en el High les permitía hacer lo que les daba la gana y liberarse. Lo que me trajo problemas porque enseguida lo encasillaron como “el bar de los maricones”. También actuaba La Otxoa que bajaba por las escaleras cantando.

B.- ¿Tuvo éxito?

L.- El High marcó una época porque apareció en la Guía Spartacus desde el primer momento, que decía que “entre París y Madrid, está el High”. Yo hice en la parte de arriba un cuarto oscuro y nadie sabía lo que era. A partir de entonces, a nivel internacional esto se conocía como “La Zona High”, que de hecho es lo que pone en el letrero del bar.

B.- No te conformaste con el High, ¿qué mas locales de ambiente abriste?

L.- Después abrí el “Sperma”, todavía con leyes franquistas, por lo que el cartel era una “S” apóstrofe “PERMA”, y cuando la policía me preguntó les dije que significaba “Servicio Permanente”, así que no podían decir nada. También abrí una sauna en el local de al lado. Posteriormente abrí “El Nervión”, y por último “El Santu Bear”.

B.- ¿A qué se debe el nombre del “Santu Bear”?

L.- En Nueva York se puso muy de moda “El Santuario”, coincidiendo con el estreno de “Jesus Christ Superstar”, y allí enfocaban a los nichos con luces y salían hombres desnudos bailando, lo cual a mí me impactó mucho. Así que aquí conseguí un altar y abrí “El Santuario”, que ahora es el Santu Bear.

B.- ¿Cómo ha sido aguantar tantos años con el High viendo como iban cerranto tantos bares alrededor?

L.- El High tiene muchos enemigos porque no tienen cojones de decir lo que sienten, y yo no siento nada, simplemente doy facilidad a la gente para que se sienta libre y pueda hacer lo que no hace en otras partes. Muchos critican que es un bar cutre, y lo que no entienden es que lo hice con materiales totalmente ignífugos, por eso las paredes son de azulejos y espejos, no hay posibilidad de que pueda haber un incendio, con la particularidad de que el tipo de azulejos de las paredes, cada tipo de un color, ha sido copiado en muchos sitios, incluso en el Guggenheim, y llama la atención, sobre todo cuando se hizo, porque se trata de una decoración con azulejo bueno y caro combinando muchos estilos.

B.- ¿Cómo era la clientela?

L.- A mí me ha pasado tener clientes gays de cafeterías de Bilbao que venían a diario y gente pija de la ciudad que no venía habitualmente, pero que venía a la noche a comer pollas.

B.- ¿Cómo fue la aceptación del High por parte de los vecinos y el barrio?

L.- Sin ningún problema. La gente gay pudiente de Bilbao me decía “joder Larri, pero cómo te atreves”, porque ellos tenían dinero pero jamás se hubieran atrevido a hacer algo así. Pero yo siempre he sido muy independiente.

B.- ¿Cómo es que ya no vas a tus bares?

L.- Ya no piso mis bares porque estoy cansado de la hipocresía de la gente. Y me dio por poner lo de las plantas, vamos a Holanda directamente y traemos un tipo de planta que no tiene nadie, en vez de conformarme con lo que trae el camión, porque eso es lo que hay que hacer, dar vida a lo que nadie se atreve.

B.- ¿Cómo era el ambiente en aquella época?

L.- Antiguamente, sin locales de ambiente, se jodía mucho en los arcos de debajo de la ría, pero muchos acabaron en ella. Era todo muy discreto, había varios cines donde la gente ligaba, miradas en las cafeterías, en verano la playa…

B.- ¿Cómo ves el ambiente hoy en día?

L.- Todas las épocas son buenas y tienen su atractivo. Lo que veo ahora es que la gente está en otra onda. Aquí funciona mucho el “aquí te pillo, aquí te mato”, lo cual podía estar bien antes, pero ahora que hay libertad…

B.- ¿Las aplicaciones impiden que se conozca gente en los bares?

L.- En los bares puedes conocer gente, pero donde más puedes conocer es en internet, y gente muy interesante, aunque también gente muy problemática.

B.- ¿Muchas anécdotas en un bar con cuarto oscuro?

L.- Sí claro, ¡ha habido quien ha encontrado a su padre! Como dicen los puertorriqueños “cuando la cabeza de abajo se para, la de arriba no piensa”, y el cuarto oscuro es eso, una fábrica de esperma.

B.- ¿Hay homofobia dentro del colectivo hacia los gays de la tercera edad?

L.- Yo a mi edad hoy tengo 131 mensajes de polvo seguro, con eso te respondo. La gente de mi edad tenemos un atractivo que nunca hubiera imaginado y gustamos a mucho jóvenes.

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