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¿Soy un VOYEUR con solo una mirada?

El “voyeurismo” se nos presenta, muy a menudo, como una práctica impregnada de carga negativa, e incluso como una enfermedad. Pero buscar la excitación observando las prácticas de terceros no tiene porque ser ni peligroso ni irrespetuoso. Y, además, es mucho más frecuente y habitual de lo que nos imaginamos. ¿Y tú? ¿Disfrutas mirando o prefieres que te miren?

Escribir sobre el voyeurismo no es algo sencillo. En primer lugar, porque rebuscando información en Internet osbervamos que la mayoría de artículos se refiere a esta prática como una enfermedad mental a la que hay que poner tratamiento médico. Pero desde este humilde apartado de BLUE, sólo queremos explicar en qué consiste ser voyeur y, desde luego, fomentar su uso de manera consentida y con el único objetivo de disfrutar y/o hacer disfrutar.
Como ya habrás intuido, que para algo tienes estudios, querida, el término “voyeur” proviene del francés. Se refiere a la búsqueda de excitación sexual mediante la observación, generalmente a escondidas, de personas desnudas o en pleno acto sexual. Los amantes de esta práctica se caracterizan por no interactuar jamás con el individuo o individuos observados.

Y es que al voyeur le pone ver a otros disfrutar. Parejas o individuos gozando de su intimidad, en casa, en el coche o en una playa, por poner un ejemplo.

Hay voyeuristas que sólo se excitan observando sin ser observados. Es decir, escondidos de los amantes espiados y sin llamar en ningún momento la atención. Precisamente esa clandestinidad es la que mayor placer otorga al voyeur, que intenta pasar desapercibido, y guarda el recuerdo de lo vivido para su posterior disfrute (manual, generalmente).

Pero también hay quien busca personas a las que mirar a través de las aplicaciones de ligoteo. E incluso quien está dispuesto a ofrecer dinero, como si de un espectáculo teatral se tratara.

Hay quien afirma que todos y todas tenemos algo de “voyeurs”. Así se explicaría que en los principales portales de porno las categorías en auge sean las de porno casero o, incluso, la de “pilladas” (a pesar de que la mayoría de estos vídeos sean fakes, o engaños simulando dichas pilladas). O que haya pocas personas que se resistan a disfrutar de los famosos vídeos de WhatsApp en los que se sorprende a alguna pareja en pleno coito. Vídeos grabados sin consentimiento y que se viralizan en cuestión de minutos. En plena era digital, no es raro que una persona o pareja que haya practicado sexo al aire libre se encuentre en Internet con un vídeo reproduciendo el polvo en cuestión. Y eso, amigas, sí que es un problema y algo que debemos rechazar de pleno.

Según varios estudios psicológicos (que vaya usted a saber quién y cómo los ha llevado a cabo), la inmensa mayoría, el 90%, de los voyeurs son hombres. Estos profesionales subrayan que es sano excitarse mirando a otros practicar sexo siempre y cuando no se convierta en una obsesión y el voyeur no se “autoexcluya” de la sociedad a consecuencia de esta práctica.

Conclusión: si eres de lo que disfrutas del placer ajeno, ¡olé tú! Pero no te despistes, y actúa con responsabilidad y respeto. Como te gusta que actúen contigo, vaya.

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