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Llevar al Huerto

El verano en general y la Aste Nagusia bilbaína son épocas del año propicias para ligar y “llevar a alguien al huerto” o simplemente para “ponerle mirando a Cuenca”. Casi todos hemos escuchado y utilizado alguna vez estas expresiones claramente vinculadas al sexo, pero, ¿sabes de dónde proceden?

LLEVAR AL HUERTO
Esta expresión, que es sinónimo de llevar a alguien a la cama con intenciones sexuales, tiene su origen en una de las obras de la literatura española más conocidas: La Celestina (o por lo menos conocida para los de la generación de los que nos obligaban a leerla en el colegio). Esta tragicomedia de mediados del siglo XV narra la historia de Calisto, un joven noble que se enamora perdidamente de Melibea, aunque este amor no es correspondido (las historia de tu vida, ¿verdad?). Para conseguir sus propósitos, Calisto decide contratar los servicios de una alcahueta (La Celestina) para que interceda y, a través de sus artimañas, consiga convencer a la dama en cuestión. Finalmente, se produce la primera cita entre ambos en el huerto de Melibea, así que Calisto consigue “llevar al huerto a su amada”. Cambia en la historia a La Celestina por tu mejor amigo o la mariliendre de turno, y sustituye huerto por ‘cama’ o por ‘cabina de la sauna’ y más de 400 años después la historia sigue estando de rabiosa actualidad.

PONER MIRANDO A CUENCA
Como bien sabrás, si te dicen que te van a “poner mirando pa´ Cuenca” no es precisamente porque te vayan a enseñar la ciudad de las Casas Colgadas, sino que la expresión hace referencia a las relaciones sexuales realizadas con la conocida como postura del perrito. La teoría más conocida sobre el origen de esta expresión subidita de tono estaría relacionada, según han publicado diversos medios, con la reputación de mujeriego de Felipe El Hermoso que decidió construir una torre de astronomía a través de la cual se pudiesen ver todas las ciudades del reino durante su estancia en Toledo. Allí, subiría a sus amantes y para excusarse con su esposa y el resto de cortesanos les decía: “Voy a ponerla mirando a Cuenca”, expresión que comenzaron a usar los guardianes del monarca en los burdeles de Castilla, conocedores en realidad de lo que sucedía en aquel mirador.

La otra teoría viene de la expresión “poner mirando a La Meca”, también relacionada con la postura sexual del perrito, muy similar a la que adoptan los musulmanes al rezar orientados hacia la ciudad de peregrinación donde nació Mahoma. Y si trazamos una línea desde Madrid hasta La Meca, la primera ciudad que se cruza en la trayectoria es Cuenca. Simple, ¿verdad?

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